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¿Cómo, con un poco de sal y un cuerpo silente, se puede construir todo un tratado existencial?

¿Cómo se puede convocar el vacío y llenar la existencia?

¿Cómo se puede suspender el sentido y encontrarlo en esa suspensión?

¿Cómo se puede hablar del ser y suicidar al mismo tiempo el pensar y el lenguaje?

¿Cómo se puede revelar la sombra sin mirar atrás?

¿Cómo se puede pelear con el cosmos con puños de niño?

¿Cómo se puede sostener la abstracción de lo que es en la latencia de un cuerpo frágil?

¿Cómo se puede ser tan pequeño y al mismo tiempo ponerse de pie frente al Todo? 

¿Cómo se puede bailar sobre las olas y mover montañas con un soplido?

No sé, no sé cómo se puede, pero ayer se pudo. 

Manuel Bellisco (Filologo) -a propósito de El cuerpo y la sal-

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“El cuerpo y la sal”, es un trabajo desde el cuerpo-para-el-ser, nos enfrenta a un evento polisémico, es un afrodisiaco estimulante de múltiples lecturas, desde las espacialistas hasta las místicas. Como decíamos su cuerpo es el axis mundi, de esos procesos orgánicos, ritmos íntimos y formas de habitar el espacio. Por esa razón, este trabajo intuitivo mantiene una estructura nunca es el mismo. Siempre esta en experimentación. Y el cuerpo de Vergara no es ajeno a los demás cuerpos, aquí no hay una cuarta pared, aquí hay un trabajo interactivo, ella siente al público, trabaja esas emociones, a veces sutil, a veces beligerante e intensa. Vergara a partir del cuerpo, construye un territorio, traza una cartografía, genera líneas de fuga y corte. Justamente, el trabajo de Vergara nos recuerdo lo que con precisión sostenía Merleau Ponty, es decir, que el cuerpo no está en el espacio y el tiempo, sino que los habita. Así, el trabajo de Vergara y Panfichi comparten la experiencia fenomenológica de habitar el espacio/tiempo a partir del cuerpo, creando un ritmo, un trazo que dialoga con la sal.

Performar “El cuerpo y la sal”

En “El Cuerpo y la Sal” el aquí y el ahora son fundamentales. Se está presente. Se sabe estar largamente hasta perderse en los ojos y pensamientos de quienes miran desde el otro lado. “El cuerpo y la sal” es un ritual de larga duración. Una puerta hacia otro tiempo. Una especie de técnica de estar con uno mismo. Un aleteo en espiral hasta perderse en la inmensidad.

El cuerpo resiste el tiempo y lo traspasa, cruza la frontera del agotamiento, atraviesa todas las fronteras de lo físico, del propio cuerpo y lo trasciende, llena todo hasta el tope y también se disuelve.

“El Cuerpo y la sal” es la huella que se regenera en esa búsqueda incesante de quién necesita “algo más”. Es ese impulso interno que nos lleva a trascender, pasar de un ámbito a otro, atravesar el límite que nos separa, que nos contiene.

El cuerpo se proyecta y se extiende más allá de nosotros mismos, huye de sí. La huella es el vestigio de la búsqueda. La memoria del movimiento. Es lo que podemos ver humildemente de este lado como espectadores. La austeridad de “El cuerpo y la sal” es a la vez su poder, no está atado a nada, es permeable, moldeable, abierto al suceso.

“El cuerpo y la sal” en la facultad de letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tuvo su propio ritual, los que cruzaron el umbral de la puerta se adentraron en esa constelación hecha de sal. Si bien las campanadas marcaron el tiempo sonoro, ella decidió sobre él. La vimos esparcir y juntar, esparcir y juntar el universo tantas veces hasta vernos suspendidos o desparramados en miles de partículas blancas, pensábamos que podía acabar con el cosmos a sus pies o en el agujero negro que formó esta noche de luna, sin embargo, acabó recogiendo el mismo piso que la sostenía, arrancando el soporte formal en un acto que puedo llamar “Sanmarquino” o marcado por el signo de serlo.

*Luis Alberto Suárez, Dr. Antropólogo (lsuarezr@unmsm.edu.pe)

*Analucía Riveros, Antropóloga y performer. (analuciariveros@gmail.com)

”-a propósito de El cuerpo y la sal-

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